La anticipada secuela del videojuego más vendido en la historia, Call of Duty: Black Ops, salió a la venta.
Situado en plena Guerra Fría, el jugador tiene que realizar misiones de agentes especiales de Estados Unidos en Cuba, Vietnam y la ex Unión Soviética.
De hecho en la primera misión de la campaña para un jugador, el personaje intenta matar a Fidel Castro y cree haberlo logrado para después descubrir que ha sido engañado por el comandante cubano, quien lo entrega a los soviéticos.
El juego está plagado de referencias políticas incluyendo el asesinato de John F. Kennedy.
Pero el uso político del juego tiene también vertientes de fantasía. Una campaña multijugador, por ejemplo, muestra una ola de ataques de zombies a Washington y el jugador puede optar por defender a la capital estadounidense asumiendo el papel de Fidel Castro, John F. Kennedy, Richard Nixon o Robert McNamara.
Ediciones anteriores del juego ya han causado polémica por escenas en las que un agente de fuerzas especiales tiene que hacerse pasar por extremista y participar en una masacre de civiles.
Al estilo de Hollywood
Pero el producto es popular. Miles de jugadores, en varias ciudades del mundo, hicieron fila a la medianoche del martes para ser los primeros en comprar el título. Además la empresa editora realizó eventos especiales alrededor del planeta para marcar el debut del juego.
Su predecesor, Call of Duty: Modern Warfare 2, generó más de US$1.000 millones en ventas lo que lo coloca en la misma élite de productos de entretenimiento millonarios como la película Titanic o el álbum Thriller de Michael Jackson.
Black Ops es el séptimo juego de la serie y Piers Harding-Rolls, un analista de Screen Digest, le dijo a la BBC que pensaba que el juego podía tener el mismo o mayor éxito que Modern Warfare 2.
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